No sé cómo decírtelo.
No sé por qué lo hice. Ni por qué lo sigo haciendo.
Solo sé que si lo hago es porque no te quiero. O quizás porque ya no te quiero como antes. Pero el caso es que lo he hecho. ¿Y sabes qué es lo peor de todo? Que sería incapaz de prometerte que no lo volvería a hacer.
Porque lo más triste es que tengo la certeza de que volverá a ocurrir. Lo más triste es que ni siquiera yo confío en mí.
Los sillones de aquella cafetería llevaban unos minutos acogiéndolos. El tintineo de las tazas de café sobre la mesa interrumpió su silencio.
– ¿De qué querías hablar?
Silvia Resola.
@silresola