No sé cuándo ocurrió. No podría decirte si era lunes, miércoles o jueves, si fue un viernes a las diez y media o un domingo a las doce. Tampoco sabría decirte si ese día echaban una película buena en la tele, ni qué tenía esa noche para cenar, ni si terminé de ver el penúltimo capítulo de mi serie favorita antes de quedarme dormida.
Tampoco sabría explicarte el cómo ni el por qué. Solo sé que, tras un tiempo que parecía interminable, finalmente ocurrió. Solo sé que de repente un día no te echaba de menos. Te echaba un poquito de más.
Lo sé, lo sé. Yo tampoco le encuentro explicación. No sé si fue a raíz de escuchar una canción en la radio, a la salida del cine o después de acabarme ese libro que tanto había tardado en leer. Quizás fue en la cola del supermercado o en uno de mis paseos por la ciudad, no lo sé, pero estas cosas pasan así.
De verdad, a mí también me ha pillado por sorpresa. No me esperaba que esto fuera a ocurrir.
Bueno, he de ser sincera.
Reconozco que todavía algún día me levanto echándote de menos.
Pero tranquilo, luego se me pasa.
Y cada día vuelvo a echarte de más.
Silvia Resola.
@silresola
Foto: Pinterest