Hay trenes de largo recorrido, otros de corta distancia que solo duran un ratito. Están los más veloces, con asientos cómodos y películas para entretener el viaje; también los que se estropean a mitad de camino, los que apenas te dejan espacio y a los que les cuesta emprender la marcha. Después están aquellas personas –siempre puntuales- que cogen el tren a tiempo, los que lo alcanzan después de una carrera a última hora, los indecisos que dejan pasar varios trenes y, por último, los temerarios que hasta se bajan en marcha.
Te pasas la vida esperando un tren que nunca llega. Está oscureciendo, hace frío y la estación está casi vacía. De pronto, oyes a lo lejos un pitido, y en ese momento te percatas de que ese tren, que está parado en otro andén, ha estado ahí todo el tiempo. Esperando, como tú. Al mismo tiempo que da su último aviso, corres hacia él como alma que lleva el diablo, tanto como te permiten tus pies. Subes las escaleras de dos en dos, recorres un pasillo lúgubre e interminable, vuelves a bajar y un golpe de viento frío se te clava en la cara como mil cuchillos, aunque a ti no te importa porque tienes que alcanzarlo como sea. Pero el tren, cansado de esperarte y de que no llegues nunca, comienza a cerrar sus puertas a medida que te acercas.
Es entonces cuando te das cuenta de que no habías estado mirando en la dirección adecuada.
A veces hay segundas oportunidades, y las puertas vuelven a abrirse para dejarte entrar.
Otras, sin embargo, toca resignarse a volver a esperar.
Y esta vez, con los ojos bien abiertos.
Silvia Resola.
Foto: Pinterest
A veces me siento como el tren y otras en cambio como el que corre apresurado a cogerlo…
Lo sé, hermano… me pasa exactamente lo mismo. Gracias por comentar! 🙂
Ojalá siempre pudiéramos subir al tren adecuado a la primera, y no darnos cuenta cuando ya lo hayamos perdido.
Pues sí Miss November… pero creo que si fuera tan fácil entonces no habría película!
Sin embargo, yo soy de las que corre detrás del tren cuando ya se ha ido por si pudiera alcanzarlo. Después es cuando valoro si esa carrera ha merecido la pena. La próxima vez estaré atenta para no darme carreras en vano. Gracias por compartir esto con nosotros Silvia. Da que pensar.
Tú nunca te das por vencida, tú eres de las que corre detrás del tren y se sube y se carga al maquinista! jajaja
Muy bueno totti!!! Acabo de perder el tren por ir leyendo el relato. Pero ha merecido la pena. Q son 3 minutos de espera cuando hay gente q se pasa la vida esperando??
Jajajajajaja esa frase te ha quedado muy bonita eh? Mientras sean solo 3 minutos intentaré seguir haciendo que pierdas trenes!